El olor de aquel café tranquilizaba su mente, no estaba seguro de cómo había llegado a ese lugar que solía frecuentar antiguamente antes de conocerla a ella. Llevaba un par de minutos sentado sin tocar el café que le habían servido, solo observaba a su alrededor las personas conversando, otros solitarios caballeros como él leyendo sus periódicos. Pero él no leía, solo observaba. Su atención se había centrado en una bella mujer que estaba en una mesa frente a él, había pedido dos capuchinos, lo cual indicaba claramente que esperaba a alguien, una decisión arriesgada por si él no llegara nunca a ese lugar, ella simplemente quedaría abandonada con sus dos cafés. Pero a la vez mostraba la gran confianza que tenia en aquella persona al no pensar en que la dejaría allí sola. Al cabo de unos minutos llegó, su vista era la de un hombre preocupado y enamorado, algo ocurría entre los dos. Era una historia de las tantas que se encuentran en la vida, si su final era feliz o triste, solo dependía de ellos.
Los ojos del hombre simplemente divagaban por todo el lugar, no eran capaces te estar fijos, ni siquiera notó cuando se fue aquella pareja que le había llamado la atención. Cuantas horas habían pasado desde que entró a aquel café, ya no lo recordaba. Cuando le sirvieron el segundo café y el ultimo que tomaría aquel día, se quedó observándolo, podía ver su reflejo en ese negro liquido, probó un sorbo, estaba amargo pero no le importo, todo esa mañana le sabia y olía a sangre. Aun podía sentir el olor a sangre en sus manos, en el café, en el aire. No podía borrar esas imágenes de su cabeza. ¿Por qué esa mañana tenia que ir a verla?, ¿por que las cosas no salieron como él había esperado que salieran?
Se paró del asiento con el café en la mano, se dirigía a la puerta, ya había esperado lo suficiente. Al dar la espalda a su mesa la oyó, la voz que estaba esperando resonó en su cabeza: - ¿ya te vas? – dijo una delicada voz femenina. Él giró de golpe y ahí la vio sentada tan bella como siempre él la veía. No dijo nada y se sentó, sus miradas quedaron fijas en los ojos del otro por varios minutos hasta que él apago el silencio.
- ¿Que haces aquí? – preguntó con miedo en su voz.
- Pensé que era a mí a quien estabas esperando – respondió de una forma irónica – o es que te sorprende que frente a ti esté la imagen de la mujer que acabas de asesinar.
- No lo digas de esa forma, sabes que no era lo que quería hacer, tú no me dejaste mas opción simplemente me volví loco sin ti, no soportaba verte en los brazos de alguien más – dijo el hombre con lágrimas en sus ojos.
- Pensé que habíamos aclarado todo hace tiempo, pero veo que no era así, supongo que nunca pude entregarte el amor que tu me llegaste a dar.
El hombre se puso de pie lentamente y la observó, en su mente divagaban las escenas de aquella mañana donde aun podía ver el cuerpo de aquella mujer cubierto de sangre, la misma que ahora lo miraba desde aquel asiento en el café.
- Sabes, en este café fue la primera vez que te vi. En este mismo asiento a través de la ventana pude verte entrar en el café de al frente, el mismo en el que unos días después nos conocimos. En ese momento supe que nunca mas podría estar si ti – dijo mientras agitaba lo poco que le quedaba de café – este café que tengo aquí no tiene azúcar, un café sin azúcar es solo un café, es amargo por naturaleza igual que la vida, solo que yo me acostumbre a tomarlo dulce, y tu eras eso que endulzaba mi vida. Supongo que ahora que no estas, todo simplemente será amargo, pero este es el ultimo café que tomaré – y bebió rápidamente lo que le quedaba, el café viajo por su cuerpo rápidamente, solo que no tenia azúcar, en vez de ello era cianuro lo que complementaba la bebida, el cual afecto rápidamente el sistema arrojándolo al piso. Ella se acercó a él y le susurro en la oreja: siempre de amé y aun lo hago, simplemente tu no eras el hombre con el cual quería estar el resto de mi vida.
Los ojos del hombre simplemente divagaban por todo el lugar, no eran capaces te estar fijos, ni siquiera notó cuando se fue aquella pareja que le había llamado la atención. Cuantas horas habían pasado desde que entró a aquel café, ya no lo recordaba. Cuando le sirvieron el segundo café y el ultimo que tomaría aquel día, se quedó observándolo, podía ver su reflejo en ese negro liquido, probó un sorbo, estaba amargo pero no le importo, todo esa mañana le sabia y olía a sangre. Aun podía sentir el olor a sangre en sus manos, en el café, en el aire. No podía borrar esas imágenes de su cabeza. ¿Por qué esa mañana tenia que ir a verla?, ¿por que las cosas no salieron como él había esperado que salieran?
Se paró del asiento con el café en la mano, se dirigía a la puerta, ya había esperado lo suficiente. Al dar la espalda a su mesa la oyó, la voz que estaba esperando resonó en su cabeza: - ¿ya te vas? – dijo una delicada voz femenina. Él giró de golpe y ahí la vio sentada tan bella como siempre él la veía. No dijo nada y se sentó, sus miradas quedaron fijas en los ojos del otro por varios minutos hasta que él apago el silencio.
- ¿Que haces aquí? – preguntó con miedo en su voz.
- Pensé que era a mí a quien estabas esperando – respondió de una forma irónica – o es que te sorprende que frente a ti esté la imagen de la mujer que acabas de asesinar.
- No lo digas de esa forma, sabes que no era lo que quería hacer, tú no me dejaste mas opción simplemente me volví loco sin ti, no soportaba verte en los brazos de alguien más – dijo el hombre con lágrimas en sus ojos.
- Pensé que habíamos aclarado todo hace tiempo, pero veo que no era así, supongo que nunca pude entregarte el amor que tu me llegaste a dar.
El hombre se puso de pie lentamente y la observó, en su mente divagaban las escenas de aquella mañana donde aun podía ver el cuerpo de aquella mujer cubierto de sangre, la misma que ahora lo miraba desde aquel asiento en el café.
- Sabes, en este café fue la primera vez que te vi. En este mismo asiento a través de la ventana pude verte entrar en el café de al frente, el mismo en el que unos días después nos conocimos. En ese momento supe que nunca mas podría estar si ti – dijo mientras agitaba lo poco que le quedaba de café – este café que tengo aquí no tiene azúcar, un café sin azúcar es solo un café, es amargo por naturaleza igual que la vida, solo que yo me acostumbre a tomarlo dulce, y tu eras eso que endulzaba mi vida. Supongo que ahora que no estas, todo simplemente será amargo, pero este es el ultimo café que tomaré – y bebió rápidamente lo que le quedaba, el café viajo por su cuerpo rápidamente, solo que no tenia azúcar, en vez de ello era cianuro lo que complementaba la bebida, el cual afecto rápidamente el sistema arrojándolo al piso. Ella se acercó a él y le susurro en la oreja: siempre de amé y aun lo hago, simplemente tu no eras el hombre con el cual quería estar el resto de mi vida.
0 comentarios:
Publicar un comentario