Como todas las noches de luna llena el mago salía de su castillo para contemplar aquella magnifica esencia de luz que florecía en los cielos. Era su única compañía para esas largas noches sin sueño. Y contemplarla ayudaba a su triste alma a calmarse con las pasiones que en él se producían.
Aquella noche salió algo más temprano de lo normal, aun no oscurecía completamente. Mientras caminaba por aquel laberíntico bosque recordando los años que tuvieron que pasar para ya no perderse en el. Desde niño había vivido en aquellos lugares con la compañía de su maestro, y ahora solo después de que se marchara.
En el mundo donde él vivía existían muchas criaturas extrañas que podrían ser solo luces o sombras, pero ese bosque no albergaba ninguna de ningún tipo. Por eso su gran asombro cuando vio pasar aquella luminosa sombra rápidamente frente a él. Por primera vez en su vida corrió solo por instinto para ir tras ella. Cuando ya no daba más de cansancio descubrió que donde se encontraba era un lugar nuevo, algo de ese bosque aun no había sido descubierto por esos ojos. Entonces pudo divisar la luz cerca de él. Al acercarse se vio frente a un lago en donde podía ver claramente el reflejo de la luna saliendo ya de su tallo nocturno para iluminar todo a su paso. Pero un poco más allá había algo que no necesitaba de su luz porque irradiaba su propia vida dejando a la luna como una vieja flor en el estanque. Se acercó sigilosamente para ver mejor y al darse cuenta de lo que sus ojos veían tuvo que detenerse para poder aclarar su mente.
El joven mago había vivido toda su vida en aquel bosque y castillo, solo su maestro había sido una figura para él, todo lo demás era desconocido. Y a pesar que era la primera mujer que veía en su vida, no necesitaba ver más para saber que era la más bella que podría algún día llegar a ver. Su largo cabello anaranjado brillaba intensamente hasta sus rodillas, su piel blanca y pura no podría compararse ni con la más pura nieve. Su perfecto cuerpo con sus delicadas curvas despertaban en él una pasión que nunca antes había sentido. Unas caderas que solo deseaba poseer y saborear al igual que toda su piel. Todo aquello cubierto por un fino velo transparente. No había duda, lo que sus ojos no podían dejar de mirar era una de las bellezas mas grande de ese mundo. Era una tierna hada, joven ya que sus alas no eran visibles a sus ojos.
Deseaba verla más. Tenia que ver su rostro así que se acerco tranquilamente a ella, sin miedo y con paso firme casi hipnótico sin soltar la vista de en ningún momento.
Cuando ella se dio cuenta de su presencia no escapo, solo corrió la vista de él. Pero ya estaba frente suyo contemplándola así que con un lento movimiento dejó que él la viera juntando sus ojos y dejando que la luna los fundiera en una solo mirada.
Nada de lo que su mente pudo llegar a imaginar mientras se acercaba a ella. Nada se podía comparar a lo que sus ojos ahora veían. Sus ojos grandes y verdes que momentos tomaban un color azulado, era como si estuviera contemplando el mundo, su perfecta nariz era algo que no se podría llegar a retratar de ninguna manera. Pero al mostrar una débil pero tierna sonrisa todo lo demás no era nada. Era algo que nunca podría llegar a olvidar aun pasaran mil años. Pero pudo ver en aquellos ojos que él no era el único fascinado con lo que se mostraba frente suyo. Podía sentir como los ojos de ella devoraban cada centímetro de su rostro, cada parte de su cuerpo. Y levantando lentamente las manos se dejaron tocar, sus dedos poco a poco se fueron mezclando con los suyos, una energía recorría todo su cuerpo, un cosquilleo por toda su espalda. Y por primera vez podía escuchar su corazón latir sin tener que tener sus manos en su pecho, pero no escuchaba uno solo, sino dos. El de ella latía con una intensidad que llegaba a opacar el suyo. Y en un momento de silencio que pareció eterno, donde sus miradas eran dos haces de luz nadando en el estanque junto a la luna. Se besaron, por primera vez en su vida sus labios se juntaron con los de otro ser en aquel mundo. Pero ya nada parecía importarles como si de un cuento se tratara transformaron ese instante en amor eterno. Pero en la realidad las cosas no son eternas, él sintió de golpe que su corazón se apretaba en un intenso dolor que le succionaba el alma y al caer de rodillas al piso con sus manos apretando fuertemente el pecho ella desapareció en un parpadeo quedando solo con la luz de la luna.
Al cabo de unos minutos el dolor cedió y decidió volver al castillo ya que sabía que ella no volvería. Frente a la puerta dudo de entrar en ella o no, sabia muy bien lo que le esperaba, a si que lentamente abrió la puerta para no hacer ruido, pero no serviría de nada.
- Jajajajajaja - podía escuchar las risas rebotar por todo el castillo.
- Déjame tranquilo, no tengo ganas de tus juegos ahora – dijo furioso el mago a la voz, aun sabiendo que con eso no cesaría.
- No te preocupes seré comprensivo con el nuevo enamorado que tenemos en casa. Eres todo con casanova cierto, aunque dudo mucho que sepas lo que eso significa – decía irónicamente la voz.
- ¿No puedes dejarme tranquilo ni siquiera cuando estoy solo en el bosque acaso?
- que estupideces dices, si sabes que puedo ver todo lo que haces donde sea que estés, mas que mal soy parte tuya. Que solo me pueda manifestar en algunos lugares como este castillo solo hace que las cosas sean más aburridas –
Poca paciencia le quedaba al pobre mago hundido en los pensamientos de aquella hermosa hada, la cual sabía que sus corazones se pertenecían uno al otro. A si que solo ignoró todo mientras se dirigía a su cuarto.
- Supongo que no me vas a escuchar, solo te harás el sordo como siempre. Está bien, si es así no diré nada, mucho menos sobre tu intenso dolor en el alma al recibir un simple beso. -
En ese momento todo su ser se detuvo sus ojos se posaron en sus manos, y se dio cuenta que él lo sabia, aquella voz en su mente la cual lo atormentaba desde que su maestro desapareció. Como si fuera un hechizo de su maestro para asegurarse de que completara su total entrenamiento. Y fue cuando sintió miedo de lo que le pudiera decir. Algo que estaba dispuesto a soportar.
- Dime, ¿a que se debe el dolor en mi pecho?- dijo con voz firme frente a un gran espejo en su habitación. Entonces su cuerpo reflejado comenzó a caminar, y moverse como si estuviera pensando una respuesta que ya sabia desde antes, pero solo buscaba la forma en que decirla.
- Tu sabes lo que eres, sabes exactamente para que te trajeron a este castillo hace mucho tiempo, y por lo que as entrenado muchos años. Eres un mago oscuro. Tus armas son la oscuridad y odio de las personas, tu propia miseria y soledad. Tu corazón es débil por eso cree que se puede enamorar, pero as sido entrenado para solo sentir dolor si es que crees sentir algo parecido.- dijo el reflejo, como si todo aquello fuera demasiado divertido como para no reír.
- ¿Eso quiere decir que nunca podré estar con ella? Todo porque un estúpido mago quería un descendiente, un aprendiz. Ahora sé que me alejó de todo lo bueno que hay en este mundo solo para estar encerrado en esta maldita cueva en forma de castillo- soltó con rabia el mago, mientras caminaba de un lado a otro tratando de pensar la forma, o crear algún hechizo para invertir toda la situación.
- hay una forma de que puedas estar con ella si es eso lo que estas pensando, y yo se lo que piensas- dijo burlescamente la voz.
- ¡Dímela!
- ¿Estas seguro de ello? Toma en cuenta que es magia negra lo que puedo yo enseñarte y como sabes bien, mucho de esa magia tiene un mal precio que debe pagar el que la usa –
- Estoy muy al tanto de todo esto, lo se por experiencia propia solo dime la forma de hacerlo.
- Está bien. El problema esta que una parte de tu corazón aun tiene luz, aun es parte de el maldito mundo de donde te trajo el maestro. Una de las razonas por la cual nunca estuve de acuerdo con que fueran su aprendiz. Pero gracias a esa luz se puede crear un hechizo que hace que todo lo bueno del mundo, lo que se te a negado se acumule ahí sin que haya dolor de por medio. Pero nunca podrás ser un mago oscuro completo. Por lo cual yo no haría una estupidez como esta.
- Que sabes tú de hacer estupideces, no me importa, si con eso puedo verla aunque sea solo una vez mas.- dijo el mago con un halo de esperanza en su turbulenta alma.
- Esta bien, pero debes prestarme tu cuerpo, es una magia muy fuerte como para estar enseñándotela ahora. Además que tampoco necesitas saberla.
- Está bien – y la voz tomó el cuerpo del mago. Con rápidos movimientos, mezclando todo con precisión exacta sin dejar nada pasar y total concentración, creó en un pequeño frasco una poción.
- Ahí esta, al beber eso ya no debería haber ningún problema. A cierto, se me olvidaba algo mas. Solo funciona en luna llena y según mis cálculos creo que quedan menos de dos horas para que acabe. Sino tendrías que esperar encontrarla denuedo en varios días mas, jaja- y con risas grotescas de fondo el mago sin pensarlo y por segunda vez en esa noche corrió hasta que no pudo mas al estanque.
Su miedo se transformo en alegría al ver que ella se encontraba en aquel lugar. Al acercarse ella lo vio y ambos fueron al encuentro del otro juntando sus manos nuevamente. El mago dudo en hacerlo a si que decidió ver si lo del dolor aun era cierto y la besó, el segundo primer beso de su vida todo en una sola noche. Podía sentir como su cuerpo se hinchaba de alegría y emociones nunca antes conocidas. Pero al mismo tiempo el dolor volvió, y aun mas fuerte que antes. El hada asustaba casi huye pero un grito suyo pidiéndole que se quedara la detuvo de hacerlo.
Ella lo miraba tiernamente, podía sentir su dolor, pero no podía comprenderlo. Entonces el levando un frasco que sostenía en su mano y lo bebió de golpe. No sintió ningún cambio en su cuerpo. Pero debía estar seguro de que de verdad había funcionado. Así que una vez más la tomó, esta vez por la cintura acercando su cuerpo al suyo y la besó. En un momento el mundo giró para ambos. Podía sentir las luces en su boca y recorrer su cuerpo, era la tercera vez que besaba al hada esa noche y podía sentir todo su ser hundiéndose en el suyo acumulándose en su corazón. En eso momento notó que no solo era la tercera vez que la besaba sino que talvez seria la ultima.
En el momento en que sus labios se separaron ella se alejó, su brillo era opaco y sus ojos vacíos. El intentó tocarla pero ella huyó de él, solo a unos metros de distancia la podía ver moverse como si quisiera ir mas lejos pero no pudiera. En su pecho sentía un calor y una luz como si ella estuviera en él. La podía sentir, sentía su amor en el corazón, como si tuviera dos corazones. Y cayendo de rodillas, viendo fijamente su rostro en el estanque, susurró “¿que me has hecho?”.
- Lo que debí haber hecho hace tiempo. Darte una razón para que de una vez por todas botaras esa luz en tu corazón.
- ¿Pero de que estas hablando? Si siento la luz aun más fuerte dentro mió.
- Pero sabes muy bien que no solo es tu luz, sino también la de ella. Acaso no te lo demuestra ese cascaron vació que esta a la orilla del lago tratando de huir pero sin los poderes suficientes para hacerlo.
- Eso quiere decir que yo tengo todo lo suyo, yo tengo su corazón, su ser dentro mió ¿Cómo se supone que eso hará que yo me convierta en una escoria como tú?
- Muy fácil. Ella esta atada a lo poco de luz que queda en tu corazón para que ella sea liberada tú tienes que eliminar todo vestigio de que alguna vez fuiste alguien con luz y ser el mago oscuro que deberías ser. Vez, todos ganan.
- Pero si yo hago algo así, ya no quedara nada más de mí. Aunque la viera a ella ya no sentiría nada. No podría amarla. Tiene que haber alguna otra forma. – decía el mago tratando de pensar en alguna forma de revertir todo esto, pero en su mente solo existían crueles hechizos para jugar con la vida y la muerte.
- Es un hechizo muy poderoso como para eliminarlo, será mejor que hagas lo que debes hacer.-
El joven mago se quedo quieto viendo la luna desaparecer con la luz de la mañana, a punto de tomar la única solución posible dentro de su cabeza. Lo único razonable que podía hacer. En eso momento la luz de su corazón le hizo darse cuenta que ya no estaba solo en este mundo como antes, que no debía seguir solo a su mente para encontrar la respuesta y en ese momento vio una posible respuesta.
- Luz- soltó lentamente.
- ¿De que estas hablando?- preguntó la voz, temiendo de la próxima idea que podría tener.
- Claro, la respuesta es la misma luz. Yo no tengo el poder para poder eliminar este tipo de hechizos, pero si un mago blanco. Los magos de la luz.
- Estas loco, ellos te matarían tan solo verte, tú aprendiz de uno de los mas temidos magos oscuros que existen en estás tierras.
- No me importa ya no te escuchare mas, ahora solo dejare que la luz de mi alma me guié hacia donde tengo que ir-
Y con paso firme y determinación en sus ojos el joven tomó el camino que lo llevaría fuera del bosque un lugar que dejó hace muchos años atrás y que ahora volvería para tener devuelta la facilidad que se le fue negada, en un viaje que tomaría años y peligros todos los días. Pero él sabia que no importaba pues ya no estaba solo en este mundo.
PsichoBitE
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