Eleonor

 
 
   El grito de una mujer consumiéndose en las llamas de un fuego abrasador era algo normal de ver en esos tiempo, aun así esa escena siempre atormentaba a aquel joven que miraba tristemente como el cuerpo se calcinaba en el fuego. Era la esposa de un amigo suyo, podría a ver ido a consolarlo, pero como si había sido su propio amigo quien había provocado aquella escena unos días antes gritando la palabra que hacia remecer su corazón cada vez que la escuchaba: ¡bruja!, ¡bruja!
¿Eleonor donde estarás? Era en lo único que podía pensar, si se encontraba bien o no. Salió rápidamente de aquella muchedumbre enloquecida por el espectáculo que apreciaban, se dirigió instintivamente a la colina que estaba cerca de su casa, sabia dentro de él que ella se encontraría allí. Cuando se acercaba a la colina pudo divisar el gran sauce que se alzaba en la cima y debajo de este la singular silueta de Eleonor. A él vinieron las memorias de cómo en aquel mismo lugar había descubierto el secreto que ella guardaba, un secreto que el prometió nunca revelar y que nunca haría. Estando frente a frente la tomó de las manos y la miró a los ojos – Eleonor te he estado buscando, ¿estas bien?- dijo él sin dejar de mirarla a los ojos y sosteniendo fuertemente sus manos.
- Si, se podría decir que estoy bien – dijo ella con una voz cansada y triste. 
- Tenia tanto miedo, no podía dejar de pensar en que algo malo te podría ocurrir, no quiero que te alejes de mi nunca. –
- Lo siento pero no podré cumplir con lo que me pides – dijo bajando la mirada al piso.
- ¿Por qué? ¿Qué es lo que sucede? Es por el incidente de hace poco, no debes preocuparte, yo te cuidare, juro que te protegeré siempre.- dijo con una voz que reflejaba el miedo que sentía de la sola idea de perder a Eleonor.
- Tú sabes mejor que yo que con el tiempo terminaran descubriendo quien soy en verdad, y tu también pagaras el precio por intentar protegerme, no dejaré que eso pase, hoy me marcharé, volveré a donde pertenezco.- Ella sabia que cada palabra que decía era una puñalada en el pecho de él, no quería herirlo pero sentía que era lo mejor que podía hacer.
- Entonces llévame contigo, no puedo estar lejos de ti, tu sabes lo que siento, sabes que te quiero, siempre te he querido.- Para él Eleonor era la persona mas importante que había conocido, llevaban varios años siendo amigos, siempre se había preocupado de cuidarla, mas aun después de descubrir su secreto. Ella temía que dijera algo después de aquello, pero para él hacerle daño a la persona que mas quería era algo imposible.
- Siempre he sabido lo que tu sientes por mi, y lo aprecio bastante, me has cuidado y querido como ninguna otra persona lo ha hecho, y en donde este siempre te voy seguir queriendo como lo he hecho todo este tiempo.- Sus palabras eran calidas y tranquilizadoras, pero al mismo tiempo ella sabia que no era todo lo que quería decir. Su cariño hacia él había crecido en el último tiempo, cada vez le resultaba más difícil ocultarlo, pero no quería herirlo, ahora había tomado una decisión y seguiría en pie con ella hasta el final.
- No quiero que te alejes de mi nunca, pero se que lo harás, te marcharas y me dejaras acá solo, creyendo que es lo mejor para los dos. ¿Pero como puede ser lo mejor para los dos que nuestros corazones estén separados? – Con esas palabras se acercó a ella y la besó tiernamente en la boca, ella tímidamente respondió a su encuentro, no podía negar más sus sentimientos. Lo que empezó como un tibio beso, se transformo en una gran pasión que se grabó en aquella escena bajo el sauce, en donde los únicos testigos fueron las estrellas.
- Es tiempo de que me vaya.-  dijo ella con tristeza en sus ojos.
- Te esperare, no importa cuando tiempo pase siempre te estaré esperando.- Sus palabras eran de una pasión que abrumaba el corazón de ella.
- Lo siento pero no pienso dejarte el peso de tener que esperarme para siempre, te liberare de mi amor, así tendrás una vida mejor.- y agitando sus manos rápidamente, y con unas cuentas palabras invoco un conjuro que olvidaría todo lo relacionada con ella de la cabeza del joven, su amor y sus recuerdos serian borrados para siempre de su memoria.
Ella desapareció con el viento, el joven que quedo solo llorando a los pies del sauce. No recordaba nada de ella, pero no podía dejar de llorar, dentro de su corazón había quedado grabado un momento que nunca podría olvidar, su amor nunca se extinguiría, no había magia suficiente para ello. El esperaría para siempre en aquel lugar a la mujer que amó, que aun ama, pero que no era capaz de recordar.
 
 
PsichoBitE 

Café sin azucar

  

El olor de aquel café tranquilizaba su mente, no estaba seguro de cómo había llegado a ese lugar que solía frecuentar antiguamente antes de conocerla a ella. Llevaba un par de minutos sentado sin tocar el café que le habían servido, solo observaba a su alrededor las personas conversando, otros solitarios caballeros como él leyendo sus periódicos. Pero él no leía, solo observaba. Su atención se había centrado en una bella mujer que estaba en una mesa frente a él, había pedido dos capuchinos, lo cual indicaba claramente que esperaba a alguien, una decisión arriesgada por si él no llegara nunca a ese lugar, ella simplemente quedaría abandonada con sus dos cafés. Pero a la vez mostraba la gran confianza que tenia en aquella persona al no pensar en que la dejaría allí sola. Al cabo de unos minutos llegó, su vista era la de un hombre preocupado y enamorado, algo ocurría entre los dos. Era una historia de las tantas que se encuentran en la vida, si su final era feliz o triste, solo dependía de ellos.
Los ojos del hombre simplemente divagaban por todo el lugar, no eran capaces te estar fijos, ni siquiera notó cuando se fue aquella pareja que le había llamado la atención. Cuantas horas habían pasado desde que entró a aquel café, ya no lo recordaba. Cuando le sirvieron el segundo café y el ultimo que tomaría aquel día, se quedó observándolo, podía ver su reflejo en ese negro liquido, probó un sorbo, estaba amargo pero no le importo, todo esa mañana le sabia y olía a sangre. Aun podía sentir el olor a sangre en sus manos, en el café, en el aire. No podía borrar esas imágenes de su cabeza. ¿Por qué esa mañana tenia que ir a verla?, ¿por que las cosas no salieron como él había esperado que salieran?
Se paró del asiento con el café en la mano, se dirigía a la puerta, ya había esperado lo suficiente. Al dar la espalda a su mesa la oyó, la voz que estaba esperando resonó en su cabeza: - ¿ya te vas? – dijo una delicada voz femenina. Él giró de golpe y ahí la vio sentada tan bella como siempre él la veía. No dijo nada y se sentó, sus miradas quedaron fijas en los ojos del otro por varios minutos hasta que él apago el silencio.
- ¿Que haces aquí? – preguntó con miedo en su voz.
- Pensé que era a mí a quien estabas esperando – respondió de una forma irónica – o es que te sorprende que frente a ti esté la imagen de la mujer que acabas de asesinar.
- No lo digas de esa forma, sabes que no era lo que quería hacer, tú no me dejaste mas opción simplemente me volví loco sin ti, no soportaba verte en los brazos de alguien más – dijo el hombre con lágrimas en sus ojos.
- Pensé que habíamos aclarado todo hace tiempo, pero veo que no era así, supongo que nunca pude entregarte el amor que tu me llegaste a dar.
El hombre se puso de pie lentamente y la observó, en su mente divagaban las escenas de aquella mañana donde aun podía ver el cuerpo de aquella mujer cubierto de sangre, la misma que ahora lo miraba desde aquel asiento en el café.
- Sabes, en este café fue la primera vez que te vi. En  este mismo asiento a través de la ventana pude verte entrar en el café de al frente, el mismo en el que unos días después nos conocimos. En ese momento supe que nunca mas podría estar si ti – dijo mientras agitaba lo poco que le quedaba de café – este café que tengo aquí no tiene azúcar, un café sin azúcar es solo un café, es amargo por naturaleza igual que la vida, solo que yo me acostumbre a tomarlo dulce, y tu eras eso que endulzaba mi vida. Supongo que ahora que no estas, todo simplemente será amargo, pero este es el ultimo café que tomaré – y bebió rápidamente lo que le quedaba, el café viajo por su cuerpo rápidamente, solo que no tenia azúcar, en vez de ello era cianuro lo que complementaba la bebida, el cual afecto rápidamente el sistema arrojándolo al piso. Ella se acercó a él y le susurro en la oreja: siempre de amé y aun lo hago, simplemente tu no eras el hombre con el cual quería estar el resto de mi vida.

PsichoBitE