Reflejo antes de la muerte (2ª parte)

Caminaba rápidamente, sin correr, viendo el reflejo de su vida en la nieve. Le era difícil aguantar no abrazar a su hija, o besar a su mujer. Pero eran simples fantasmas de sus sentimientos; un juego de mente que daña el corazón.
Cuando ya parecía que nunca saldría de aquel bosque, pudo ver la salida, y con ella una gran luz verde.
Mientras mas se acercaba, la nieve iba desapareciendo. Una vez que salio del bosque, pudo apreciar aquella hermosa obra. Era un lago enorme, no era capaz de rodearlo con la vista, a lo lejos podía divisar una gran cascada que tocaba el cielo y en la cual se bañaban las estrellas dándole un brillo que ninguna luz seria capaz de hacer. Aquel lago brillaba con un verde intenso, que alumbraba todo, pero que era calido a la vista.
¿Donde estará la luciérnaga? Se preguntaba. Buscaba, pero sus ojos no eran capaces de encontrar nada. Fue cuando ella habló. – Estoy aquí – dijo. Él se dio la vuelta y pudo apreciar aquella criatura. Era del tamaño de su mano, con un cuerpo de una joven dama y con cuatro alas que irradiaban una luz embriagadora.
- ¿Tú eres la luciérnaga?, pareces un hada.
- Que acaso tengo las alas de un hada, no me compares con esas hipócritas. Acaso no quieres ir a ver a Lan, será mejor que te comportes o morirás, espera, ja, ya te estas muriendo. – decía la luciérnaga con una risa juguetona.
- ¡Cállate!, si, quiero ir a ver a Lan, tienes que llevarme donde él por favor.
- Ya, ya, no llores, das vergüenza, si te voy a llevar a él. Tienes que seguirme, no digas nada, solo camina detrás mió – aquella pequeña criatura comenzó a volar sobre el lago, en dirección a la cascada.
- ¡como!, quieres que valla nadando, como se supone que voy a llegar…
- Hay…, vamos, te dije, que me siguieras, confía, solo camina.

El hombre comenzó a caminar, no le había simpatizado mucho, aquella luciérnaga se comportaba como una niña malcriada. Cuando estaba por llegar a la orilla, se detuvo, lentamente levantó el pie y lo fue bajando hacia el agua con la intención de atravesar la superficie. Pero antes de que pudiera tocar el agua se detuvo, pudo apreciar que era capaz de caminar sobre ella. Y comenzó a seguir a la luciérnaga sin bajar la mirada.
Todo iba bien, ya estaba cerca de la cascada. La luciérnaga apagó la luz de sus alas.
- ¿Que sucede? – dijo él, al ver que la luciérnaga lo detenía.
- Tranquilo, no te muevas o nos verá.
- ¿Quién nos va a ver?
- Hobbe
- ¿Quién es Hobbe?
- Es una criatura que vive en este lago, come todo lo que encuentra, así que será mejor que no nos vea.

Se quedó quieto, no entendía aquella situación. Entonces lo vio, una enorme sombra apagó la luz que había en sus pies. No era capaz de medir sus dimensiones. Una vez que desapareció reanudaron el paso.
Cuando la cascada se hacia cada vez mas grande, pudo ver hacia donde se dirigían. Era una pequeña isla cerca de esta. Una vez que llegaron ahí la luciérnaga se despidió y desapareció.
La isla era pequeña, y no había nadie en ella. Comenzó a recorrerla con la mirada a ver si encontraba a Lan.
- ¿Que haces aquí? – dijo una voz a sus espaldas.
- Busco a Lan – respondió, pero sorpresa fue cuando al ver aquella criatura se encontró con un gran lobo plateado, con el pecho blando; desde la cabeza hasta la cola lo recorría una gran franja dorada, la cual brilla junto con sus ojos, los cuales parecían dos zafiros.
- Ja, acaso después de todo lo que has visto, yo te sorprendo, que estúpidos son los humanos. – pero no era sorpresa, sino la majestuosidad de aquella criatura la que lo embriagaba.
- Bueno, que deseas – dijo el lobo.
- Eh, eh, eh…- balbuceaba el hombre.
- Espera, ya lo se, me buscas porque te dijeron que yo soy capaz de sacarte de aquí.
- Si, eso es, por favor ayúdame a salir de este lugar.
- Bueno, lo haría encantado, pero la verdad es que no tengo la menor idea de cómo salir de aquí.
- ¡Pero como!, me dijeron que tú sabias, ¿ahora que voy hacer?, ¿Cómo voy a salir de aquí?
- Tranquilo, no todo esta perdido, yo se porque te mandaron hasta aquí. Yo te puedo decir como llegar a la persona que si sabe como salir de aquí, él lo sabe todo, y es capaz de decírtelo.
- Por favor dime donde esta aquella persona.
- Espera, no puedes simplemente llegar ahí, debes tener cuidado, él no va a querer responder, te hará algunas preguntas que deberás contestar, y si lo haces mal, te quedaras aquí.
- ¿pero?, ¿como? ¿que me preguntara?
- No lose, solo se que te hará elegir, y si eliges mal pierdes. Por eso yo te voy ayudar a que no te equivoques, te daré un dulce del tiempo por si te equivocas.
- un dulce del tiempo, ¿que es eso?
- Es para regresar unos cuantos minutos atrás en el tiempo, así, si te equivocas lo intentas de nuevo. Ya, ahora debes irte.
- Pero todavía no me has dicho donde tengo que ir.
- Ves, aquella roca, a la orilla de la cascada.
- Si, si la veo
- Bueno, debes pararte ahí, y esperar, cuando te des cuenta estarás donde él, su nombre no me lo se, él tampoco te lo dirá, ya, ahora lárgate de aquí.
- Gracias por todo
- De nada…

El hombre guardó el dulce en el bolsillo y rápidamente se dirigió a la piedra. Estuvo ahí esperando con la vista al frente mientras escuchaba la cascada detrás de él, entonces todo se volvió negro.


Continuara...