Luces en un cielo sin estrellas.

Llevo horas caminando por esta fría noche sin estrellas que iluminen el camino y que nos muestren lo miserable que somos. La cuidad se había transformado en un asqueroso lugar desde que podía percibir cosas que antes nunca pensé sentir. Solo hace semanas me había transformado en un magnifico ser, pero eso no llenaba el vació que sentía cuando era mortal, al contrario, se hacia cada vez mas grande.
Ya no se percibía el mismo encanto con el que me había deslumbrado esta ciudad. Ahora las calles eran sucias, con su gente que me trastornaba mientras pasaba al lado mío, sus formas de ser me volvían loco, como deseaba acabar con ellos, y el olor de esa gente era algo asqueroso. Podía sentir el sexo en cada esquina, mientras veía la prostitución caminando por mis narices.
No me extraño no encontrarme con nadie en todo este tiempo, ni siquiera me molestó el hecho de nunca a ver visto a la persona que me convirtió en lo que soy ahora. Los podía entender, yo tampoco quería estar en esta ciudad. Pero tenia cosas que hacer, que arreglar, asuntos de mucho tiempo atrás. Los cuales no me dejaban seguir adelante, ni podía avanzar sin resolver mis problemas de amor.
La noche era perfecta y el momento el adecuado. Pero, podría contener mis emociones y contarle lo que había pasado, y lo que sentía por ella, seria capaz de hacer tal cosa.

- ¿Por que te preocupas tanto en pensar en ella?
- ¡No me molestes ahora!, nunca me han servido tus consejos.
- Pero tú sabes que las cosas son más fáciles de lo que piensas, solo toma lo que quieras y vete, ella es solo otra víctima más del montón.
- Sabes que no es cierto, yo la quiero…
- La quieres matar.
- ¡calla!
- Vamos no necesitas hacer esto, no te rebajes a un nivel tan patético como este, solo ve con ella y tómala, poséela, hazla tuya, toma su espíritu. Y sabrás lo que es sentir amor hasta la muerte.
- ¡Maldición!, por que no te callas, no haré tal cosa, no puedo hacer que ella sufra, solo quiero que sepa lo que siento…
- ¿Y luego que? ¡Eres patético!, crees que le importara lo que tú sientes. Y que sacas si nunca estarán juntos. Tú sabes cual es la única opción…
- Nunca haría tal cosa, ni menos a ella.
- Vamos, esa es la mejor forma para estar juntos. Y vivir eternamente un amor falso. Por que eso es lo que es. ¡es solo una maldita mentira!
- ¡maldición! Por que no te vas, nunca me has ayudado, nunca me ha servido lo que dices…
- Pero sabes que me necesitas, si al final, siempre estamos los dos…

Ya no podía esperar mientras caminaba hacia mi destino. Mi cabeza estaba desordenada, me puse mi reproductor de música para no escuchar las voces que me trastornaban.
En el camino se me acerco una prostituta a ofrecerme sus servicios, no le tomé en cuenta, no me interesaba, aunque su olor me decía que era nueva en ese estilo de vida.
Cuando me quedaban dos cuadras para llegar a mi destino, ya podía divisar la hermosa silueta de la mujer que deseaba, como caía su hermoso cabello por sus hombros. Y sin darme cuenta ya estaba admirando sus bellos ojos negros, que siempre fueron el reflejo de mis más grandes deseos, y sus labios. Que ganas de besarlos en aquel momento.
Ella me miraba de una forma distinta a la de siempre, la sentía más lejana de lo que estaba de mí. Fue en ese momento cuando la tomé de los hombros y sin esperar respuesta de ella la besé en aquellos delicados labios. Y mirándola fijamente a los ojos le dije que la amaba. ¿Por que? dijo ella, ¿por que yo? No sabia que contestarle, y mirándola siempre a los ojos le dije. Porque las cosas simplemente se dan y si uno pudiera elegir sus sentimientos seria todo más fácil, por eso, perdóname por lo que voy hacer, pero te amo demasiado como para no hacerlo. En ese momento la tomé firmemente, y de una forma tan delicada pero rápida la mordí en el cuello, y comencé a absorbí todo su ser, su alma y su vida. Cada sorbo de su vida era una cuchillada a mi corazón, y no podía dejar de llorar, pero debía hacerlo. Su corazón se hizo uno con el mío y por un breve momento fuimos la misma alma, el mismo ser. Pero duro tan poco, y su cuerpo cayó sin respiro sobre mis brazos. No sabia que era lo que había hecho, aunque tenia que hacerlo, no había otra opción, nunca la hay.

- bien hecho, te dije que no seria tan difícil.
- ¡que no seria difícil! ¡maldición! Estoy totalmente destruido, y tú vienes con esas estupideces.
- Vamos, cálmate, eso era lo que tenías que hacer, no puedes luchar contra tus instintos.
- Claro para ti es fácil decir esas cosas, tú no eres el que sufre, tú solo te aprovechas de las oportunidades, de las cosas que me pasan a mí, te ríes de mi dolor.
- No seas estúpido, yo soy tú, soy tus deseos y pecados, lo que tu quieres yo te lo doy, si me haces caso, no puedes luchar contra eso, tus instintos te mantienen con vida, una vida que será eterna.
- Crees que no puedo luchar contra mis instintos, tal vez tengas razón, pero hay algo que puedo hacer…
- ¿Que?...
- Acabar con ellos.
- De que hablas, no puedes acabar con ellos… espera no se te ocurra…
- Que, ¿a que le temes? Temes morir cierto…
- Detente no hagas eso, que no se te ocurra, recuerda tu inmortalidad… puedes hacer lo que quieras…
- Si… hacer lo que quiera, ¡no me vengas a mi con juegos como esos…! sabes que no seré nunca feliz, no se quien me dio este don, pero no lo necesito, no en este mundo…
- ¡Detente! Suelta el arma, suéltala… suéltala… detente… para… ¡¡¡maldición!!!

Al otro día se encontró el cuerpo de una mujer, en un estacionamiento, estaba muerta, y al lado de ella estaban las ropas de su asesino, todas cubiertas de polvo con un arma cerca de ellas.


PsichoBitE